Debido a la obesidad, se ha visto a menores que padecen enfermedades que antes eran catalogadas como de adultos.

Aumento de obesidad infantil en Jalisco
El descanso y la prisa impulsaron a Verónica a elegir una “alimentación práctica” para sus hijos.

Su inventario está lleno de galletas, leche saborizada, jugos procesados, palomitas de maíz para microondas y sopa instantánea.

“Llegaba de trabajar y era fácil hacer unos bisteces y preparar la sopa. No había verduras, si acaso jitomate”, reveló.
De postre, los niños podían comer las galletas que quisieran y a media tarde, otra tanda.
En poco tiempo, sus hijos subieron kilos a tal grado de que, teniendo 12 y 9 años, pesaban lo mismo o más que un adulto de 1.80 metros.
“El niño (de 12 años) pesaba más de 91 kilos, no podía correr ni jugar a la par que sus amigos, lo dejaban, se cansaba rápido y hasta las rodillas le dolían”, precisó.
El pediatra le dijo a Verónica que el menor tenía obesidad mórbida y su presión estaba elevada.
“También dijo que era prediabético y que, si no bajaba de peso, iba a padecer mucho”.
La niña, agregó Verónica, estaba “menos mal”, pero también era obesa.
Los infantes tenían una alimentación deficiente, si bien no estaban desnutridos, no contaban con una ingesta balanceada de frutas, verduras, lácteos y proteínas.
Edgar Manuel Vázquez Garibay, director del Instituto de Nutrición Humana del CUCS, refirió que las dinámicas sociales, la mala información y los mitos, llevan a los padres a no dar una alimentación balanceada a los niños.
“Los hábitos de alimentación que son generados desde los primeros 24 meses de edad, por ejemplo, la ausencia de lactancia materna exclusiva, el uso de complementos alimentarios que no son adecuados, los hábitos de alimentación que los niños adquieren por otras personas, sobre todo cuando los padres tienen que trabajar, desde ahí se general el gran problema del sobrepeso y la obesidad”, detalló.
Debido a la obesidad, se ha visto a menores que padecen enfermedades que antes eran catalogadas como de adultos.
“Niños que no tienen buenos hábitos de alimentación ya están produciendo problemas como hipertensión arterial en pequeños de 12 o 13 años, cosa que no se veía antes, también ya hay casos con resistencia a la insulina, que es la parte previa a la diabetes tipo 2”, reveló.
Ante esto, dijo, el problema de la obesidad infantil requiere de toda la atención, no sólo de los padres de familia, sino de los Gobiernos.
“Hay una urgencia de que se dé una importancia especial a ver el problema como un síndrome que tiene toda una serie de factores se debe abordar de manera integral y simultánea”, agregó.

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